Fiestas en Ronda

 FIESTAS DE SOCIEDAD             
  El motivo de esta fiesta  fue el atentado fallido que a continuación citamos:       
El lunes 2 de febrero de 1852, mes y medio después de haber dado a luz a la infanta Isabel, la reina Isabel II se encontraba en el interior del Palacio Real, disponiéndose para acudir a la misa de “parida” en la iglesia de Atocha de Madrid. El sacerdote Merino, tras haber asistido a misa en la iglesia de San Justo aquella misma mañana, consiguió entrar en el edificio sin ser detenido por la Guardia Real, amparado en sus ropas talares.
Cuando ambos se encontraron en una de las galerías del palacio a las 13:15, Merino extrajo de su sotana un estilete de hoja estrecha y calada, de una cuarta de longitud, comprado en el Rastro años antes, y asestó a la reina una cuchillada en la parte anterior y superior del hipocondrio derecho, rozando el brazo del mismo lado y provocándole una herida de unos 15 milímetros de anchura; el golpe fue amortiguado por el recamado de oro del traje y por las ballenas del corsé de la reina.
Inmediatamente tras el atentado Merino fue detenido por los alabarderos de la Guardia Real sin oponer resistencia; tras un primer interrogatorio en el que confesó haber actuado en solitario y tener intenciones de asesinar a Ramón María Narváez o a la regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, esa misma noche fue conducido a la cárcel del Saladero.
La reina fue trasladada a sus habitaciones, donde sufrió un desvanecimiento de unos 15 minutos. En principio se albergó la sospecha de que el cuchillo estuviera envenenado, pero los médicos que hicieron el primer examen (Juan Francisco Sánchez, Juan Drument y Antonio SolíS) descartaron esta posibilidad
 “ Según nos relata un ciudadano, se celebraron fiestas a causa del alborozo por haberse visto frustrado el intento de asesinato de la reina. También se dieron banquetes, como el que diera el mayordomo mayor de la real Maestranza, señor don Alonso Valdivia Horrillo, a sus compañeros de corporación. Según nos relata este rondeño: Estuvo brillante y muy concurrido. Fueron ornamentadas y cubiertas con colgaduras y follajes las cuatro fachadas de que se componía y se compone la casa de dicho señor (Desconocemos la ubicación actual de esta). La iluminación se deslució porque era de candilejas de barro y aceite de oliva que pronto se apagó. Por aquel tiempo no se conocía el petróleo”.”
No puedo resistir al deseo de decir algo aquí de una fiesta celebrada por esos días puramente popular. Fiesta muy culta y que no creo o no recuerdo se haya verificado otra vez.
En la casa número 14 calle de la Caridad, hoy de Manuel Montero, y en la sala alta de dicha casa que está, como estuvo entonces, aunque mejor y lujosamente exornada, se representó el drama de Rodríguez Rubí, del teatro antiguo, titulado «La Infanta Galiana». En esa representación, fruto de uno de los primeros ingenios españoles, actuaron los jóvenes.
 Los pies y las piernas desnudos hasta las rodillas.
No obstante esta indumentaria, su actitud resultaba la de un vencedor. Con sus manos puestas en las caderas, en forma de alcarraza, y sus cenachos llenos de los plateados boquerones marchaba contoneándose, mirando a los balcones de donde había de partir el siseo para comprarle la mercancía.
En esto pasaba, en dirección contraria, su hija en su carruaje. A la muchacha le dio un vuelco el corazón y bajándose, rápida, llegó por la espalda a su padre y le lloró rogándole se fuese con ella y repitiéndole lo que otras veces le había solicitado. El padre se negó diciéndole que él no podía comer el pan que ella comía. Y siguiendo la calle abajo con su balanceo y contoneo de costumbre dio, con todos sus buenos pulmones, la voz que retumbaba en aquellos sitios: ¡Boquer000neees pero con vergüenza!.
 Aquí
 Valdivia Atienza, que hizo el papel de Carlos Martel; Margarita Guerrero, sobrina del Vicario del mismo apellido, que hizo el de Infanta Galiana; Rafael del Prado, que fue cura párroco después, hizo el papel de Jimena, y el de Bradamante, quien redacta este documento, y otros.
La representación salió bien. Los actores habían estudiado perfectamente sus respectivos papeles.
 Pero quien mereció los mayores aplausos como Reina de la fiesta fue la lindísima  jovencita, doña Dolores Valdivia Atienza, hoy viuda de Vasco, que teniendo, a lo más, once años, bailó graciosamente El Olé. A esta preciosa señorita a la que todos  sus admiradores, llamaban «la de los ojos hechiceros», porque verdaderamente hechizaban.
La bella mocita fue cubierta de flores por los hombres y de besos por las señoras.
"Para concluir este apartado y por ser suceso del mismo tiempo, consignaré aquí que en el año 1852 se construyó el Cementerio del Mercadillo, hoy de San Lorenzo, por la iniciativa eficacísima del buen alcalde corregidor, don Teodomiro Collazo, al que en todo Ronda se considera de muy agradable recordación.
En ese Cementerio se hallan los restos mortales de mis padres benditos, mi cariño más puro y mi amor más grande”.
Se cerró entonces el Cementerio del Espíritu Santo, siendo de añadir aquí que poco más tarde el hermoso templo de esa iglesia fue mejorado por la iniciativa y con el dinero del bueno y virtuoso sacerdote don Vicente Castaño, gran amigo mí"o".

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