Al pasear por las calles de Ronda, se puede ver
como los rondeños han hecho honor merecido a sus paisanos
toreros de dinastía. En el Barrio de San Francisco, donde
naciera el gran Pedro Romero, sus paisanos levantaron en lugar
preeminente, en piedra, una inscripción, que da fe del
nacimiento y existencia de un rondeño del que se sienten
orgullosos.
En la Alameda del Tajo, entre sus jardines, la
imagen de Pedro Romero preside el hermoso paseo que conduce al
mirador. De vuelta, tras admirar las huertas del Tajo, la
estación de Sevillana de Electricidad y algún coche que
serpentea por la empinada cuesta, vista desde lo alto del
mirador, como si de una pequeña maqueta viviente se tratara, nos
encontramos frente a frente con la estatua de torero rondeño,
como si quisiera dar al visitante curioso la bienvenida a la
taurina ciudad de Ronda.

A poca distancia de la Alameda está la Plaza
de Toros; en su exterior, en el lugar conocido como "el
picadero", se levantan las estatuas de dos grandes
personajes de la tauromaquia: Cayetano Ordóñez "Niño de
la Palma" y Antonio Ordóñez, padre e hijo, que dieron
gloria a la torería de sus respectivas épocas. Son monumentos
recientes, que los rondeños han querido perpetuar como
reconocimiento a la más joven dinastía rondeña: los Ordóñez. |