Quien era Francisca linares, "la Fany" ?

Debemos remontarnos al año 1.925. Ese año llega a Ronda, acompañada de un familiar muy cercano y procedente de Tánger, Francisca. sabemos que tenía 15 años en esos días. Huérfana, tenía una hermana y un hermano con los que no convivía. A pesar de su edad.
Se adapta muy pronto a vivir de una manera fácil y frívola, ya que no se le impone ninguna de las responsabilidades inherentes a su edad., No es una mujer, ni por su edad, ni por ser una persona exquisita y cultivada, aunque todo lo suple gracias a su gran atractivo personal, su alegría y su juventud.
Amiga de bailes y todo tipo de saraos, donde el vino corre demasiado veloz por la garganta de los allí presentes,donde seducir es cosa natural, es normal que a Franncisca se le atribuyan varios y esporádicos amoríos con hombres de mucha más edad que los de esta.
Así transcurrieron cinco años. En 1.930, la moza que llegó de Tánger ya todo Ronda la conocía popularmente como "La Fani". Ese año entabla amistad con un joven rondeño de 20 años de edad, y procedente de una buena familia, llamado D. Antonio Suárez reguera, y que reside en la calle Puya número 22, en compañía de su madre y su padrastro D. Manuel Medina Medrano, que lo quiere como si fuese su hijo. De familia de costumbres austeras y convicciones cristianas, al joven Antonio le gusta divertirse. De carácter abierto, afectuoso y muy correcto en el trato, además de no ser ajeno a las desgracias de los demás, sobre todo a la hora de socorrer monetariamente a quien lo necesita. Se puede resumir su semblante, que perduraría en él hasta su muerte, como la de un buen hijo, responsable, trabajador, y sin duda, honrado donde los hubiese.
Antonio y Francisca, como era de esperar, cambiaron la amistad por la pasión. nadie esperaba el idilio que entrelazó la vida de la "tanmgerina" y que sería el ultimo de su vida.
A partir de esos momentos, a "La Fani" nadie la ve en la calle a no ser que vaya con D. Antonio. Así los dos viajan de vez en cuando por la provincia y fuera de esta.
Después llegó la guerra civil. A D. Antonio Suárez Reguera no se le conocía afiliación política alguna, ni estuvo ligado a nimguna acción en contra o a favor de cualquier signo, pero aún así, al llegar a Ronda las tropas del "Movimiento", a D. Antonio no se le encuentra por ninguna parte. De esa forma Francisca queda aquí sola. Una vez terminada la contienda, y creemos que alentada por quienes apreciaban a D. Antonio, parte en su búsqueda, encontrándolo en la ciudad costera de San Pedro de Alcántara. Una vez allí, deciden no volver a Ronda de momento y comienzan a viajar por diferentes lugares del este peninsular. Al final de este deambular de la pareja, que dura casi un año, Antonio cae gravemente enfermo, sumándose también a esta situación la penuria económica en la que se encuentran. Pero aún así, "la Fani" cuida de tal manera de él que le salva la vida. Juntos regresan a Ronda y Antonio descubre que su madre a muerto y su padrastro se ha suicidado.
Posteriormente, y una vez leído el testamento de su padrastro D. Manuel Medina Medrano,se da cuenta de que es el heredero universal de todos sus bienes. Y es de esa forma que vuelve de nuevo a su casa de la calle puya, acompañado de "la Fani", con quien compartirá lecho y hacienda. Se dedicó en cuerpo y alma a cuidar a Antonio y a hacerse cargo de su casa como si fuese su esposa y no su protegida, aunque ese paso nunca se realizó.
Así vivieron varios años, hasta que a su protector le diagnostican una enfermedad incurable. Por esa época y en esa misma calle, mas concretamente en el número 30, abre una bodega. Decorada a la antigua usanza, pronto se haría famosa en Ronda. Dicen que los parroquianos la bautizaron como "La barca".
Viendo Antonio que su enfermedad empeoraba hizo llamar al notario, nombrando como única heredera de sus propiedades a la mujer que compartiera su vida, y anotando en el mismo documento, que al fallecimiento de esta,, tomasen posesión de sus bienes unos parientes del testador que se señalaban en las disposiciones finales de este (Unos sobrinos).
D. Antonio Suárez Reguera falleció el día 22 de Abril de 1.955. Según la prensa de aquellos momentos, su sepelio fue una manifestación popular de dolor ante la pérdida de tan buena persona.
Dos meses después de este suceso, y contando con 45 años de edad, aparecía asesinada en su alcoba Francisca.
El misterio rodeaba a las últimas horas de vida de esta. En su dormitorio , su ropa de calle estaba colocada perfectamente sobre el respaldo de una silla, no hay señales de violencia, y aparentemente no falta nada, posteriormente, en un análisis más meticuloso, se comprobó que el asesino estuvo registrando el armario minuciosamente hasta encontrar una arqueta donde Francisca guardaba sus alhajas y el cestillo donde tenía el dinero suelto. Ambas cosas no se encontraron , y la cerradura aparecía violentada. Tres baúles que había en el cuarto de imvitados también habían sido registrados minuciosamente, sin prisas.
Por las pruebas forenses sabemos que a "La Fani" primero la golpearon, dejándola inconsciente para que no gritara, después es arrojada a la cama boca abajo, y allí a horcajadas sobre su espalda le levantó la cabeza, y ya supondrán que es lo que a sangre fría hizo posteriormente su asesino...
De la navaja y el martillo u otro objeto contundente utilizado para golpearla y degollarla, nada se supo jamás.
Debajo de la almoada apareció un pañuelo blanco con unas iniciales, pero tampoco se dió con el origen del mismo. El perro no ladró , lo que presuponía que el asesino frecuentaba la casa. En un anejo de la vivienda residía desde hacía 16 años Salvador de la Vega Cabello con su mujer y sus 5 hijos, y que a la sazón era el encargado de la bodega. De absoluta confianza, declaró no haber oído nada extraño el día de autos.
Cabe reseñar, el giro que una semana después de la muerte de su protector se dio en Francisca. De ser silenciosa y recogida, pasa a vivir de una manera poco ortodoxa y escandalosa. Se queda en la bodega hasta altas horas de la madrugada y después de cerrar esta y de recoger la recaudación, se va de jarana en compañía de un personal de muy dudosa reputación. Con una imprudencia manifiesta lleva hasta su casa a gente desconocida y les enseña, sin ningún tipo de reparo, todas sus pertenencias.
Debido a estos últimos acontecimientos, la policía interrogó a todas aquellas personas a las que se las vio en compañía de Francisca. Se comprobaron las huellas que había en el vaso y en la botella que se encontraban sobre la mesilla de noche de la alcoba. Se analizó el pañuelo, las puertas y todas las estancias de la casa. Pero todas las pesquisas y las posibles pistas para detener a algún sospechoso, fueron infructuosas.
A día de hoy, después de más de 60 años de este suceso, no hay en esta historia más que algunos sospechosos a los que la justicia, por falta de pruebas no pudo acusar, por lo que podemos afirmar que este crimen cerró su expediente sin encontrar a al asesino.

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