La mano de Santa Teresa y Ronda

MANO DE SANTA TERESA Y ARCÓN

Mano de la santa y arcón

Diez meses después de la muerte de la santa en octubre de 1582 se exhumaron sus restos. Su cuerpo apareció incorrupto y flexible, por lo que el padre Jerónimo Gracián, provincial de la Orden, le cortó la mano izquierda y se la entregó a las monjas carmelitas descalzas de San José de Ávila y después, llevada por el propio Gracián, a las carmelitas del convento de San Alberto de Lisboa. Le falta el dedo meñique, que quedó en poder de fray Jerónimo Gracián.​

En el siglo xix, estas fueron suprimidas por el gobierno portugués y la mano pasó al Patriarcado, que a su vez la entregó posteriormente al nuevo Convento de de Olivais. Con la revolución portuguesa de 1910, fueron expulsadas del país, dispersándose por varios conventos de España. Lograron reunirse finalmente en el convento de Carmelitas Descalzas de Ronda, llevando con ellas el relicario con la mano de Santa Teresa.

Guerra civil
Tras el estallido de la guerra civil española, el 18 de julio de 1936, Ronda quedó en la zona controlada por la república. Junto con otras iglesias y casas particulares de la ciudad, el convento de las Descalzas fue asaltado por los anticlericales que actuaban de motu proprio; aunque las monjas pudieron salvarse, les fue sustraído el relicario de la mano de Santa Teresa, que fue reclamado por las autoridades provinciales y trasladado a Málaga. Cuando las tropas del "bando sublevado" tomaron la capital en febrero de 1937, el relicario con la mano de la santa fue hallado entre las pertenencias personales del coronel José Villalba Rubio, entre otras muchas piezas de valor de las iglesias y conventos de Málaga.​

La mano de Santa Teresa fue trasladada desde Málaga a Valladolid, para ser expuesta en una magna exposición con otros relicarios y obras de arte del patrimonio religioso apropiados durante la guerra y que se lograron recuperar, siendo salvados de su destrucción. Francisco Franco consiguió autorización eclesiástica para conservar el relicario en la capilla de su residencia, en el Palacio del Pardo, donde se mantuvo como objeto de especial devoción.

Pocas semanas después de la muerte de Franco (20 de noviembre de 1975) y unos días antes de que se cumpliese un mes del óbito, el relicario fue restituido a las monjas del Carmelo de Ronda por intermediación del cardenal primado monseñor González Martín, quien lo había recibido de Carmen Polo de Franco.
Este año de 2024 si la comunidad carmelita de Ronda sigue contando solamente con 4 momjas estará avocado a su clausura.
El destino de la reliquia estará en función del lugar al que sean trasladadas las hermanas carmelitas.

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