ANECDOTARIO


Hubo una denuncia referida a la situación laboral de los trabajadores del pantano. El día 20 de octubre de 1923 el Ayuntamiento de Ronda acuerda realizar una visita de inspección a las obras, a pesar de que los terrenos son del término de Montejaque, como consecuencia de una posible infracción en las Leyes del Trabajo. La denuncia se refiere a que los obreros siguen con sus labores en los días festivos siendo despojados de sus derechos, que trabajan más de ocho horas al día y que el servicio sanitario es deficiente.
El día 21 se personó el alcalde de Ronda, Carlos Pinzón del Río, acompañado por el secretario municipal, en el Cerro de los Huelgazos, para realizar una inspección ocular y comprobar el fundamento de la denuncia recibida en el Instituto de Reformas Sociales.
El alcalde observa desde el Cerro el panorama y hace una descripción de la obra, que hoy nos permite conocer como estaban planificados los trabajos en el pantano a finales de mes de octubre de 1923. Dice que "...en sitios próximos al indicado, hay diferentes construcciones dedicadas unas a oficinas, garajes y otros usos; otros a talleres y otras a viviendas o alojamientos de los obreros que trabajan en la construcción del futuro pantano, cuyo vaso ha de ocupar unos cuantos kilómetros de Este a Oeste, y un kilómetro del Norte a Sur entre la sierra llamada Taviznilla y el cerro de los Calabazales, el Puerto Mellado, Tavizna y las Rábitas. Entre las sierras de Tavizna y Taviznilla y en el fondo de una profunda garganta, a nivel inferior al río Gaduares, se observa a numerosos obreros empleados en la construcción de un ancho muro, o presa, y en otros lugares de las citadas sierras hay multitud de obreros empleados en la apertura de barrenos, viéndose a otros en diferentes sitios dedicados a distintas labores propias del proceso de obras que se realizan... la fuerza motriz que se emplea para el funcionamiento de diferentes máquinas es la electricidad y el vapor".
Como coincide que el día de la inspección, 21 de octubre, es domingo, y la denuncia indica que los trabajadores siguen con sus tareas en días festivos, el alcalde de Ronda comprueba que "... siendo como es domingo el día de hoy, numerosos obreros se hallan trabajando..."
El mismo día 21, en Montejaque, el alcalde de Ronda, a través de una providencia, cita para una información testimonial. Como consecuencia, en el Partido del Tejar, cerca de los Huelgazos, Carlos Pinzón toma declaración al ingeniero suizo Mauricio Abellay (representante de la Sociedad E. Remy y Cia.).
Declara el ingeniero suizo que "... en efecto es cierto... que tiene a los obreros trabajando los domingos; pero que respetuoso con las leyes españolas, oportunamente solicitó y obtuvo del Sr.. Alcalde de Montejaque el correspondiente permiso que exhibe en el acto... Que dado el contrato que existe con la Compañía Sevillana de Electricidad, las obras han de estar hechas dentro de un plazo relativamente breve, por lo que precisa aprovechar todos los días... Y a pesar del trabajo en domingo, el declarante les da a los obreros todo género de facilidades, incluso para satisfacer las necesidades espirituales, permitiéndoles que vayan a Montejaque para oír misa".
Los trabajos en el pantano duraban 24 horas al día y 7 días a la semana, por lo cual, cuando el ingeniero suizo fue interrogado por el alcalde de Ronda, sobre un exceso en el horario del personal, contestó que aunque "... el trabajo es permanente... se hallan divididos los trabajadores en tres turnos, cada uno de los cuales trabaja solo ocho horas".
Del servicio sanitario dijo el ingeniero que tenía un botiquín para atender las necesidades sanitarias de los obreros, a cuyo cargo estaba el médico Eloy García Martín. Además, para la atención de enfermos y accidentados, estaban otros dos médicos: Antonio Hidalgo Sánchez y Rafael Téllez Téllez. El alcalde llamó a declarar al médico García Martín, que ratificó la declaración del ingeniero.
La Guardia Civil tenía concentrada en las obras del pantano una fuerza, a cuyo cargo estaba el cabo Pedro Fernández Fernández, que también compareció ante el alcalde de Ronda, declarando en la misma forma que lo habían hecho el ingeniero y el médico, agregando que cuando los heridos precisan atenciones especiales, eran llevados a Ronda en automóvil.
Se cita a declarar a tres obreros: Francisco Lozano Villa, de Ronda; José Gil Toro, de Cortes de la Frontera y Francisco Alba Moya, de Gaucín. Los tres confirman las anteriores declaraciones y detallan cuales eran los turnos de trabajo: de 6 de la mañana a 2 de la tarde; de 2 de la tarde a 10 de la noche y de 10 de la noche a 6 de la mañana. Por esta declaración no sabemos los descansos que tendrían para comer dentro de cada turno, pero si es curioso
observar algunos puntos que incluyen en su declaración; dicen que "... si se retrasan las obras sobrevendrán graves e irreparables perjuicios a la Sociedad constructora, esto aparte de que trabajan por su gusto sin que nadie los fuerce, obligados por la necesidad, pues si no trabajan, no teniendo aquí a sus familias, no podrían comer".
Cerrada la diligencia en este día, al siguiente en Ronda, 22 de octubre de 1923, el alcalde informó al presidente del Instituto de Reformas Sociales de la gestión realizada y considera infundadas las denuncias formuladas.
Es curioso observar como en los documentos conservados de esta gran-diosa obra, solo constan los nombres del personal técnico cualificado y rara vez los nombres de obreros (casi todos naturales o vecinos de la comarca de Ronda) que trabajaron en número indeterminado. Hubiera sido interesante saber quienes fueron aquellos trabajadores cuyos descendientes pueblan hoy las localidades vecinas al Pantano de Montejaque, pues escasas fueron las familias que no tuvieron algún miembro trabajando en la obra. de tantas personas que levantaron con su esfuerzo físico el pantano de Montejaque: barreneros, picapedreros, albañiles, peones, arrieros, conductores, etc., no hay documentación alguna. pues el proyecto precisó mucha mano de obra, toda vez que la tecnología de la época no permitía el uso de la maquinaria actual.
Antonio Hiraldo Montes, propietario del cortijo El Ventorrillo, y el propietario del cortijo El Laurete, apodado "Justo": ambos, entre otros agricultores y ganaderos, alquilaron sus animales de carga a los constructores del pantano para el transporte del material. Se cuenta, cómo no, la anécdota picaresca de algunos arrieros. Al parecer cobraban por sacos transportados sobre las bestias; como a más sacos más dinero, algunos sobrecargaban a los animales hasta el punto que estos no podían con la carga. La solución estaba en pinchar los sacos una vez cargados, de tal forma que durante el traslado, parte de la carga se derramaba, el animal se cansaba menos, faltaba material más pronto, y en consecuencia, había que hacer más portes.

 

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