TALABARTERÍA

Imagen de una albarda

 

Lo primero que vamos a hacer es diferenciar entre el guarnicionero y el talabartero. El guarnicionero se dedica a trabajar esencialmente con el cuero para las caballerías. Se considera guarnición todos los elementos de la espada que sirven para sostenerla, o para proteger la mano o manos que la empuñan, así como a la fabricación y mantenimiento de las sillas de montar, albardas y aparejos. En cambio el talabartero, se dedica a pertrechar más exclusivamente a los animales de carga, como por ejemplo, los asnos. El oficio de talabartero viene ligado directamente a las labores del campo, y más concretamente, a los aparejos para animales utilizados en estos menesteres. Albaldones, enjalmas, pajeras, ropones, ataharres, cinchas, sobrejaramas y jáquimas son realizados por el artesano con materiales como la lona, zalga, badana, paja, centeno, lana y estambre cosidos con tramillas de cáñamo.

Hace unos 30 años había más de veinticinco talabarteros en Ronda dedicados a este oficio; en la actualidad solamente queda un par de ellos que mantienen viva esta antiquísima profesión.

Si no fuese por el turismo, esta profesión habría desaparecido, ya que al estar las labores del campo totalmente mecanizadas, la existencia de animales se hizo prescindible.

Este oficio, como tantos otros, se heredaba de generación en generación. Tal es el caso de la talabartería, que durante muchos años se ubicó en uno de los locales sitos en Los bajos de La real Maestranza de caballería de Ronda y hoy emplazada en la calle Jerez, subsiste gracias al turismo.

 

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